13 de enero de 2008

Todo aquello que dejo pasar



Despierta entre ruidos jamás antes escuchados
Y siente como sus dedos ya no existen, despierta en aquel vientre.
Ve la luz,
Ve como su madre muere envenenada, como su tierra es violada.
Su vida transcurre entre miedos,
Pero la promesa de una nueva vida la ayuda a resistir.
Un sentimiento de impotencia se apodera de su ser, mira su vientre abultado y quisiera poder tocarlo
Derrama una lágrima, sonríe y le susurra canciones de sus antepasados.
Despierta con la sangre corriendo por su cuerpo
La sangre de su hijo,
Es la sangre de su pueblo.
Quisiera poder hablar de todo aquello que es importante, quisiera poder decir lo que vi, quisiera poder cambiar las cosas...

Tiempo atrás asistí a una exposición, en la Casa Museo Guayasamín, sobre los efectos que produjo la Texaco en nuestro Oriente ecuatoriano.
Y vi aquellas fotos, aquellos relatos colgados de una pared. Niños sin manos, mujeres que sin razón alguna perdían a sus hijos, abuelas llorándolos, hombres desesperados, muchos muriendo con problemas de salud que nunca se habían visto en esa comunidad, naturaleza destruida, todos envenenados, decepción, tristeza, destrucción...
Quizá ese efecto destructor no lo siento en mi vida cotidiana, quizá (aunque no esté tan lejos) está demasiado apartado de mi...
Me paso la vida enfrascndome en mis problemas, en mis miedos, en mis esperanzas, me paso la vida viendo slo lo que está cercano a mi... dejo que todo lo concerniente a esta autorealidad sea lo único que me importe, dejé de escuchar, dejé de ver... He olvidado todo aquello que existe, quizá hasta olvidé a la propia vida...
No estoy tratando de reivindicarme con mi conciencia, no gano nada culpándome, no trato de lograr que a los demás les importe lo mismo que a mi... no trato de dejar a un lado mi vida cotidiana, ni trato de buscar excusas para escapar de ella... no trato de hacer nada más que dejar aquí una palabra, un susurro de muerte... esperando poder transformarlo en vida.

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